Don José
A Don José lo conocí casi desde que tengo uso de memoria. Hace 26 años mis abuelitos compraron un terreno en el pueblo de Ahuatepec, Morelos. En un pequeño fraccionamiento donde todo era cerro, hasta había vacas pastando en los alrededores. En la parte de atrás estaba (ahh no, todavía está) un convento de monjes benedictinos. Y las vecinas de al lado eran unas monjas Franciscanas o algo así, que cada fin de semana nos visitaban para vender galletas muy ricas y de vez en cuando también rompope (no podía faltar).
Los primeros “pobladores” de ese fraccionamiento fueron mis abuelitos y Don José que en ese entonces ya estaba viejito, habrá tenido unos 67 años aproximadamente. Siempre que mis primas, mi hermana y yo íbamos a Cuernavaca él nos llamaba y nos saludaba diciéndonos “¿Cómo están mis niñas?”. Siempre muy amable y cariñoso. Sus manos eran grandes y callosas, ya que él personalmente se encargaba de los jardines de la casa de mis abuelitos y de otros jardines más.
Don José abrió la clásica “tiendita” en la entrada del fraccionamiento, junto a su casa. Todos los que tienen casa alrededor van a esa tienda. Si mi abuelita le faltaban huevos para el desayuno, nos decía a mis primas y a mi “ve con Don José por una docena de huevos”, o “vayan por dos litros de refresco con Don José”. Y era ya clásico que cuando terminábamos de comer íbamos con… si adivinaron, con Don José por unas paletas o helados.
Varios años después Don José ya estaba enfermo y casi no se movía mucho, pero aún así atendía la tiendita y el jardín de la casa de mis abuelitos. En los últimos años, cada vez que iba a Cuernavaca lo veía en su silla de ruedas enfrente de la ventana tomando el sol y viendo pasar a la gente. Cuando entraba a saludarlo siempre me decía “Tú eres mi niña, te conocí cuando estabas así de chiquita” y señalaba a la altura de su rodilla. Siempre se acordaba de quién era yo. También me llegaba a decir que pronto se iba a morir, que ya le quedaban poco tiempo de vida. Pero antes se murió un hijo suyo a los 60 años aproximadamente, y mi abuelito a los 83 años. Cuando Don José se enteró que mi abuelito había fallecido, también aseguró que él era el siguiente. Pero no fue así, todavía pasaron 3 años más de vida para Don José.
El jueves de la semana pasada, mi papá me dijo que había fallecido Don José. Tenía 93 años.
Siempre lo recordaré diciéndome que yo era su niña y que me había conocido cuando yo era muy chiquita.
Descanse en paz Don José.
Los primeros “pobladores” de ese fraccionamiento fueron mis abuelitos y Don José que en ese entonces ya estaba viejito, habrá tenido unos 67 años aproximadamente. Siempre que mis primas, mi hermana y yo íbamos a Cuernavaca él nos llamaba y nos saludaba diciéndonos “¿Cómo están mis niñas?”. Siempre muy amable y cariñoso. Sus manos eran grandes y callosas, ya que él personalmente se encargaba de los jardines de la casa de mis abuelitos y de otros jardines más.
Don José abrió la clásica “tiendita” en la entrada del fraccionamiento, junto a su casa. Todos los que tienen casa alrededor van a esa tienda. Si mi abuelita le faltaban huevos para el desayuno, nos decía a mis primas y a mi “ve con Don José por una docena de huevos”, o “vayan por dos litros de refresco con Don José”. Y era ya clásico que cuando terminábamos de comer íbamos con… si adivinaron, con Don José por unas paletas o helados.
Varios años después Don José ya estaba enfermo y casi no se movía mucho, pero aún así atendía la tiendita y el jardín de la casa de mis abuelitos. En los últimos años, cada vez que iba a Cuernavaca lo veía en su silla de ruedas enfrente de la ventana tomando el sol y viendo pasar a la gente. Cuando entraba a saludarlo siempre me decía “Tú eres mi niña, te conocí cuando estabas así de chiquita” y señalaba a la altura de su rodilla. Siempre se acordaba de quién era yo. También me llegaba a decir que pronto se iba a morir, que ya le quedaban poco tiempo de vida. Pero antes se murió un hijo suyo a los 60 años aproximadamente, y mi abuelito a los 83 años. Cuando Don José se enteró que mi abuelito había fallecido, también aseguró que él era el siguiente. Pero no fue así, todavía pasaron 3 años más de vida para Don José.
El jueves de la semana pasada, mi papá me dijo que había fallecido Don José. Tenía 93 años.
Siempre lo recordaré diciéndome que yo era su niña y que me había conocido cuando yo era muy chiquita.
Descanse en paz Don José.
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